Increíble hallazgo
El manantial de Abatilles fue descubierta por casualidad en 1923, por el ingeniero Louis Le Marié, durante una perforación en busca de petróleo. En realidad, lo que encontró fue agua, caliente y sulfurosa a una temperatura de 25 ºC. Esta fuente, la más profunda de Francia, fue explotada a partir de 1925, fecha en la que fue reconocida por sus propiedades termales por las autoridades médicas. Se le dio el nombre de Sainte-Anne, en homenaje a Anne, patrona de Bretaña, región de la que era oriundo Louis le Marié.
Ligera y pura
El agua se extrae a una profundidad de 472 metros, única en Francia, que actúa como una barrera geológica natural contra todo tipo de contaminación.
Es, de hecho, una de las pocas aguas minerales francesas con nitrato cero. La profundidad también le permite filtrar todos los excedentes de minerales, mediante las múltiples capas de arena, caliza y arcilla que atraviesa el agua hasta su emergencia.
Con su índice de 354 mg/l de residuos secos (sales disueltas) se encuentra en la reducida lista de las aguas francesas poco mineralizadas, neutras para el organismo, lo que le permite ser eliminada sin problemas y le confiere propiedades detoxificantes.
A cada cual su agua
Actualmente, existen varias gamas y presentaciones distintas del agua de Abatilles. Primero están las botellas de agua sin gas, para el consumo diario, en pequeño y gran formato. Luego está el “Grand cru de l’eau – La Bordelaise”, en botella bordelesa, muy elegante, tanto en agua sin gas como con finas burbujas, que tiene mucho éxito en la mesa.
Siguiendo al guía
¿Quieres descubrir los secretos de Abatilles? Se organizan visitas guiadas todo el año, los martes y jueves, a partir de las 10:00 h. En el programa: visita del museo del manantial para conocer la fabulosa historia de la saga Abatilles, visita de la planta de embotellado para descubrir las distintas etapas de producción y, por último, cata directa en el manantial, donde el agua mana a una temperatura de 25 ºC.